lunes, junio 09, 2008

CIUDADELA (continuación)

¿Será esa casa la que menciona Recaredo Santos Tornero en su obra “ Chile Ilustrado”, obra publicada en 1872? Él nos dice : “…Habiéndose declarado en estado ruinoso el edificio que ocupaba el Liceo, se suprimió primeramente el internado, y en seguida se suspendieron las clases , permaneciendo sin funcionar durante algún tiempo, hasta que , después de varios meses transcurridos en buscar un lugar aparente (sic:¿?), se ha instalado en el edificio ocupado por la escuela superior de niños. Es sensible que un establecimiento de la importancia del Liceo, no tenga aún un edificio propio, que reúna todas las comodidades necesarias y que se encuentre a la altura del adelanto y notable progreso de la ciudad…”. Y finalmente lo tuvo. , en calle Colón, descrito no muy amigablemente por el ex alumno, Premio Nacional de Literatura de 1943 ,Joaquín Edwards Bello: en su obra “ Valparaíso, Fantasmas”( p.33) escribe: “…El liceo ,trazado sin imaginación, aparenta la simetría de las viejas cárceles…edificio rectangular, con síntomas de arborifobia . Puerta enorme, mirilla, campana , portero ( Nota 441 de pagina 201 de la obra de SALVADOR BENADAVA “ Faltaban sólo unas horas…aproximación a Joaquín Edwards Bello( LOM/DIBAM 2006) .

El Liceo del cronista Edwards Bello fue aquel que fuera destruido por las fuerzas telúricas de 1906, que ocasionaron incendio con gran destrucción y luego la construcción de un edificio “ transitorio” , local en que estudiamos , y que dejó paso a la sólida construcción inaugurada por otro ex – alumno, en su calidad de Primer Mandatario : Salvador Allende Gossens.

¡Cuán diferentes han sido los diferentes locales , reflejos de épocas y situaciones también distintas ¡Cuán diferente de aquel en que fui alumno desde 1953 a 1960, siendo Rector don Hernando Albornoz Echiburú, Inspector general don Emilio Ramírez. Tiempos en que a pesar nuestro ( el “guirigay” del que habla el ex-alumno Joaquín Edwards Bello) recibíamos sólidos conocimientos de tantos maestros a cual más importante , con sus diferencias naturales: no era lo mismo estar en clases con don Félix Morales ( incluidas disertaciones , “ puntos positivos “ por ágil manejo del diccionario ), con don Luis Sánchez ( y su frase favorita para hacer imperar la disciplina: “ hagamos un trato…”, debiendo salir del aula ese condiscípulo ,por comportamiento incorrecto), don Aldo Diena ( y sus dificultades para producir el fonema [ r] ), don Luis Marín Puebla ( y sus inolvidables clases de Historia ) , don Mario Soto ( dinámico, enérgico) , don Flavio Gutiérrez ( nuestro Profesor Jefe de ese Curso C “ República Dominicana”- en tiempos de un panamericanismo vivo- y sus teoremas indispensables para “construir triángulos” ) . Y tantos otros.

Allá por 1994 visité el nuevo local , construido dos lustros después de haber egresado . Anduve por sus pasillos y observé algunas salas. Eché de menos el crujido del piso de madera, la calidez de ese material, los bancos bi-personales con estructura de hierro forjado y cubierta con orificio para el tintero. Ya no había pizarrones de superficie batiente ni almohadilla .Ví asientos individuales, y pizarrones a todo lo ancho de la sala . La atmósfera , muy distinta . Es que el concreto tiene una temperatura y una resonancia diferente.

Pienso que podría hablarse de varios Liceos. Primeramente , el original, nacido como Liceo de Hombres de Valparaíso , luego los catorce años decisivos del Rectorado de don Eduardo de la Barra y Lastarria ( 1877 a 1891) , seguido del que pasó a llamarse Liceo Eduardo de la Barra , merced a gestiones iniciadas por ex alumnos con motivo del centenario del natalicio del egregio Rector, y actualmente Liceo A- 22 Eduardo de la Barra a partir del 1 de Octubre de 1981 , y ya desde algunos años antes a esa fecha liceo coeducacional ( sólo hace un par de meses vine a enterarme que el “Liceanos viriles muchachos…” ha pasado a ser “ Liceanos gentiles muchachos…”).

FELIZ ANIVERSARIO ALMENDRAL

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Página abierta a todos los ex alumnos y amigos del LEDLB que estén por apoyarlo y ayudarlo a mantener la impronta que le impuso don Eduardo de la Barra Lastarria.