Este es un aporte de nuestro compañero víctor Chavez Etcheverry ex alumno egresado el año 66 quien nos ha honrado, al compartir esta hermosa obra poética, a la vez que nos ha permitido inaugurar una nueva sección en nuestra blogesfera.
VALPARAISO DE PIES A CABEZA
En ese atardecer dominguero
te quisimos recorrer de pies a cabeza,
prolongando nuestro placer
en ti Valparaíso.
Rodamos por tu cintura angosta,
tus muslos polvorientos
y subimos por tus pechos
una y mil veces.
El viento nos golpeó de frente
y sentimos tu hálito marino.
En tu ombligo, la Sebastiana,
la casa de Neruda,
los niños nos miraban al pasar
con su inocente y pobre mirada
en medio del bullicio incesante
de galopes, bocinas y gentes.
Unas olas se quebraban
en los costados doloridos de tu cuerpo
como en los temporales porteños,
Tus ojos se cerraban
y tu belleza crecía.
Nos cansaste con tus curvas
de caderas maltratadas
y de profundidades eternas
La brisa levantó tus ropas
y te vimos desnudo Valparaíso.
Tu bahía es amplia
y tus penínsulas numerosas.
Eres mil veces macho y mil veces hembra.
Te habitamos por minutos,
te gozamos muchas veces,
te quisimos, amablemente nos quisiste.
Tus tentáculos nos abrazaron con deleite,
y el baile cadencioso de tu cuerpo,
nos embriagaba de pasión
En esas crespas olas espumeantes,
éramos como barquichuelos de papel,
meciéndose en tu vientre,
Marineros enamorados, locos
y a la deriva en tu ambiente.
Se te enfrío de repente
la piel gastada por los años
y tus grietas paralelas emergieron de improviso
cortando tu cuerpo añoso y marinero.
Al caer la noche, mil ojos se encendieron
cual luciérnagas marinas
y todavía te recorríamos de pies a cabeza
mi Valparaíso querido.
te quisimos recorrer de pies a cabeza,
prolongando nuestro placer
en ti Valparaíso.
Rodamos por tu cintura angosta,
tus muslos polvorientos
y subimos por tus pechos
una y mil veces.
El viento nos golpeó de frente
y sentimos tu hálito marino.
En tu ombligo, la Sebastiana,
la casa de Neruda,
los niños nos miraban al pasar
con su inocente y pobre mirada
en medio del bullicio incesante
de galopes, bocinas y gentes.
Unas olas se quebraban
en los costados doloridos de tu cuerpo
como en los temporales porteños,
Tus ojos se cerraban
y tu belleza crecía.
Nos cansaste con tus curvas
de caderas maltratadas
y de profundidades eternas
La brisa levantó tus ropas
y te vimos desnudo Valparaíso.
Tu bahía es amplia
y tus penínsulas numerosas.
Eres mil veces macho y mil veces hembra.
Te habitamos por minutos,
te gozamos muchas veces,
te quisimos, amablemente nos quisiste.
Tus tentáculos nos abrazaron con deleite,
y el baile cadencioso de tu cuerpo,
nos embriagaba de pasión
En esas crespas olas espumeantes,
éramos como barquichuelos de papel,
meciéndose en tu vientre,
Marineros enamorados, locos
y a la deriva en tu ambiente.
Se te enfrío de repente
la piel gastada por los años
y tus grietas paralelas emergieron de improviso
cortando tu cuerpo añoso y marinero.
Al caer la noche, mil ojos se encendieron
cual luciérnagas marinas
y todavía te recorríamos de pies a cabeza
mi Valparaíso querido.
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